En cada desalojo participan cerca de 100 policías y guardias civiles. Lo primero que hacen es quemar las casas. La última vez quemaron 37.
El asentamiento 13 de Mayo, en el departamento de Itapuá, Paraguay, fue desalojado 17 veces en seis años y otras tantas volvieron a su tierra. Son 8 hectáreas ocupadas por 40 familias y reclamadas por los sucesores de Amado Cano Ortiz, el ex médico personal del dictador Alfredo Stroessner. El viejo dictador le dio el título de propiedad como premio por su lealtad. La familia del médico las arrenda para plantar soja -el cultivo estrella de paraguay- y quiere quedarse también con esa parcela. Cada desalojo se espera como antes se esperaban las tormentas, y significa que hay empezar de cero otra vez.
En Paraguay más de 2.600.000 hectáreas de soja —el doble que en el 2001— y en el último año se produjeron 3,8 millones de toneladas. Además de la expulsión de campesinos, los productos que se utilizan para fumigar son considerados tóxicos de alta peligrosidad.
El asentamiento 13 de Mayo, en el departamento de Itapuá, es el escenario del intento de un puñado de familias por sobrevivir y mantener sus cultivos tradicionales en medio de ese océano de soja. La comunidad -de unas 40 familias- fue desalojada por empresarios sojeros unas 17 veces en los últimos seis años, pero ellos no pierden la esperanza.
FOTO PORTADA: En la primer casa del asentamiento siempre hay alguien que vigila el camino. Si ve movimientos extraños tira un petadro al aire, y todos saben lo que eso significa: hay que correr o exponerse a morir baleado por los matones de los sojeros.
Los campesinos plantan para el autoconsumo e intentan mantener las semillas locales. Además de la mandioca, hay mucho maiz, poroto, avilla, maní, plátanos y zapallos. Las semillas pasan de mano en mano, como un tráfico secreto que resiste a los trangénicos.
por Olmo Calvo Rodriguez y Sebastian Hacher (fotografías)
http://www.elciudadano.cl/2009/09/08/17-desalojos-y-ninguna-flor/
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